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La imagen muestra un tranquilo paisaje marino al atardecer en la Costa de Arinaga. El cielo, teñido de tonos naranjas y rosados que se desvanecen en un azul intenso, se refleja en el agua serena del océano. En el horizonte, algunas nubes se extienden suavemente, mientras que formaciones rocosas oscuras emergen del mar, creando un contraste con los colores vibrantes del cielo y el agua.
La escena transmite calma, quietud y una sensación de contemplación frente a la inmensidad del Océano Atlántico.
Mi trabajo se mueve entre la abstracción y la expresión, buscando transmitir sensaciones más que representar realidades. Cada trazo, cada textura y cada contraste de color nace de la necesidad de explorar lo invisible: aquello que sentimos, pero no siempre podemos nombrar.
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