Esta obra nos invita a contemplar la vida rural desde una mirada geométrica y serena. En el centro, una casa de tejado rojo se alza como corazón del paisaje, rodeada por colinas ondulantes, árboles dispersos y un arroyo que serpentea con calma. El cielo, construido con círculos concéntricos en tonos pastel, sugiere un sol que no deslumbra, sino que acaricia.
La escena está compuesta con formas cubistas y colores suaves, creando una armonía visual que transmite paz, orden y ternura. Las ovejas, los gallos y el pequeño cobertizo no son solo elementos decorativos: son símbolos de una vida sencilla, donde cada gesto tiene sentido y cada rincón guarda memoria.
Esta pintura celebra lo cotidiano sin solemnidad, pero con respeto. Nos recuerda que la belleza puede encontrarse en lo doméstico, en lo humilde, en lo que permanece.
Año: 2025
Ver más información de Eduardo Ramírez de Cartagena