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El cuadro muestra un paisaje costero sereno y natural. En primer plano se observa una suave pendiente cubierta de hierba que desciende hacia un mar tranquilo de tonos azul verdosos. Al fondo, unas imponentes montañas rocosas se elevan con siluetas oscuras y abruptas, contrastando con el cielo claro, casi despejado, que domina la parte superior de la obra. La luz, de una mañana nublada, aporta una atmósfera de calma.
El estilo es realista con toques impresionistas, y la textura da una sensación de profundidad y distancia.
Mi trabajo se mueve entre la abstracción y la expresión, buscando transmitir sensaciones más que representar realidades. Cada trazo, cada textura y cada contraste de color nace de la necesidad de explorar lo invisible: aquello que sentimos, pero no siempre podemos nombrar.
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