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La obra representa un bosque de pinos envuelto en una atmósfera densa y serena, inspirada en el Parque Natural de Tamadaba, en Gran Canaria. Los troncos alargados y verticales se proyectan hacia el cielo, mientras el suelo se cubre con matices terrosos, ocres y azulados que sugieren la humedad y frescura del entorno.
El estilo combina lo figurativo con lo abstracto: los árboles se reconocen, pero se funden en un juego de texturas que imitan el efecto del agua o la lluvia sobre una superficie rugosa. Las pinceladas o trazos digitales crean un ritmo visual que transmite movimiento, como si el viento recorriera suavemente el pinar.
Inicié esta andadura con el pastel, donde plasmé principalmente marinas de mi playa natal: la playa de Las Canteras, en Las Palmas de Gran Canaria. Más adelante realicé una leve incursión en la acuarela y posteriormente dediqué unos años a la pintura al óleo. En la actualidad trabajo con técnicas mixtas pinturas acrílicas que fusiono con diferentes materiales.
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