Hay pocas cosas que se puedan comparar a la caricia de las olas en un paseo a la orilla del mar. La frescura del agua que roza los pies reconforta el ánimo casi instantáneamente, deshaciendo nudos de angustias y abriendo horizontes de alivio. A los pocos minutos ya ni siquiera recuerdas qué era eso tan trascendente que, como carcoma, había agujereado tu jovial rutina. Así es la obra de Joaquín Pardo, como el primer beso de un verano inolvidable, como la chisporroteante espuma de una ola mediterránea. 

Velero en la Playa, Joaquín Pardo.

En busca del tiempo perdido 

En los últimos tiempos nos hemos acostumbrado a las distancias, los disfraces y las inquietudes. Parece que hasta le hemos cogido el gusto a vivir en ridícula tensión permanente, como voraces devoradores de humo travestido de cataclismo. Pero supongo que rebanar tiernos espíritus ablandados es indispensable para que las agendas se cumplan. 

El problema es que por el camino hemos ido perdiendo besos, sonrisas y sueños. Por eso es tan importante recuperar el verano de nuestras vidas. Y para calentar motores, nada mejor que mecerse en las olas del mar a través de la obra de Joaquín Pardo que, como barcas de madera pintadas de colores vibrantes, navegan entre nostalgias de paraísos encontrados. Porque el paraíso no está perdido, que no te engañen, somos nosotros que estamos cegados.  

Patacona, joaquín Pardo.

Mira si no Patacona y dime qué ves, pero no solo en la superficie del cuadro, sino más allá, dentro de ti. Olas infinitas que bañan arenas doradas y atmósferas celestes en las que casi se saborea la brisa colmada de salitre y promesa. Porque cuadros como este tienen la virtud captar el movimiento en una superficie estática: las olas nunca se detienen, siempre rompen para volver, para alentar espíritus inertes.  

En la pequeña Playa lejana, al artista nos lleva a la Malvarrosa, al sur de la Patacona, un nuevo homenaje a Valencia, el hilo conductor de casi toda la producción de Joaquín Pardo. Con un horizonte muy bajo, esta obra es pura serenidad, como una chispa de un instante de sencilla contemplación. Por su parte, en Velero en la Playa nos adentramos por fin en el agua para bañarnos en las siempre tentadoras aguas del Mediterráneo. Tres figuras relajadas se hunden en el paraíso celeste marcando la presencia de un velero blanco y solitario.  

Carmen en la playa, Joaquín Pardo.

La figura humana, poco habitual en la obra de Pardo, domina la composición de Carmen en la playa. Juegos con la arena que dibujan sueños inocentes, como los que dibujamos nosotros en nuestro ánimo a través de la obra humilde y honesta del pintor. 

Dunas y humedales, reflejos y geometrías 

Cuenta Joaquín Pardo que su principal deseo como artista es que el espectador reconozca en sus cuadros a Valencia y su luminosidad mediterránea. Objetivo más que cumplido como vemos en obras como Dunas IV o Humedal de El Saler. Porque, aunque nos alejemos unos metros de la costa, la luz mediterránea que acicala un paisaje risueño y adorable es inconfundible

Humedal de el Saler, Joaquín Pardo.

Este mundo de reflejos cálidos también aparece en cuadros como Atardecer en los arrozales, Casas de Pinedo o en su resplandeciente serie Surcos Brillantes que homenajea los humedales de la Albufera levantina: esos arrozales que nutren la legendaria gastronomía valenciana en obras que sirven a Pardo para poner a prueba sus dotes técnicas, todo lo aprendido en las escuelas de dibujo y pintura de la que el artista se siente tan orgulloso de haber participado. 

Jardín del Turia, Joaquín Pardo.

Pero como no todo en Valencia es oro y azul, arena y cielo, Pardo lleva sus pinceles al centro de la ciudad para experimentar con el paisaje urbano en cuadros como Puerto de Valencia, Jardín del Turia o Tarde lluviosa en la calle Quart. Resulta llamativa esta última por tratarse de uno de los pocos cuadros nocturnos y plenamente urbanos del pintor: una lluviosa pero serena noche de febrero en la ciudad. 

Con una obra sencilla, nostálgica y reconfortante, Joaquín Pardo ha logrado recuperar ese tiempo perdido entre números y cuentas para entregarse por fin a su pasión pictórica captando la luz mediterránea del verano del porvenir, el que nos aguarda para reparar nuestros espíritus exhaustos.  

Os invitamos a visitar la galería de Joaquín Pardo en Artelista.