Considerada la primera mujer que consiguió vivir de la venta de sus obras, Artemisia ocupa un lugar preeminente en la pintura del siglo XVII.

A Artemisia Gentileschi (Roma, 1593- Nápoles, hacia 1654) hay que presentarla como lo que fue: una de las máximas figuras del caravaggismo y del barroco italiano. Su trabajo ha sido frecuentemente relacionado con la trágica agresión sexual que sufrió. En 1612, cuando apenas tenía diecinueve años, fue violada por Agostino Tassi, pintor y profesor de la joven.

Autorretrato como mártir. 1615.

Autorretrato como mártir. 1615

Por eso, llaman la atención obras como Judith y Holofernes, en la cual confiere una actitud vengadora a la protagonista, quien acaba con la vida del general asirio y libera a su pueblo judío de la opresión. Caravaggio, por ejemplo, presenta en su versión una joven de actitud distante y fría, mientras que, Artemisia vuelca completamente la escena con una mujer madura y fuerte que se tiene que esmerar en la decapitación.

Judith y Holofernes. 1620- 1621.

Judith y Holofernes. 1620- 1621

En Susana y los viejos, donde una muchacha es espiada mientras se baña, de nuevo imprime a la mujer un papel muy diferente al tradicional. El personaje de Susana aparece de forma seductora en la obra de Tintoretto o evidenciando la castidad en la de Rembrandt. La pintora romana opta por pintar el rechazo de la joven al sentirse observada.

Susana y los viejos. 1610.

Susana y los viejos. 1610

En sus creaciones son habituales las figuras femeninas tanto bíblicas, mitológicas, históricas como intelectuales de su época. A través de ellas revolucionó la representación pictórica de la mujer. Pintó heroínas, demostrando un carácter fuerte y decidido, como Judith o Cleopatra, aunque, también, personajes considerados más débiles, como Susana o María Magdalena, preocupándose, en estas ocasiones, por reflejar su estado de ánimo. Fue la primera mujer que abordó estos temas y lo hizo con el dramatismo de Caravaggio.

Sentía predilección por los desnudos femeninos. Admiradora de Miguel Ángel, Artemisia transfirió movimiento y colosalismo a los cuerpos de sus lienzos. Maestría que igualmente se refleja en la exquisita calidad de las telas. Esta habilidad probablemente la aprendió de su padre, el pintor toscano Orazio Gentileschi, quien se encargó de su formación artística.

Venus dormida. 1625- 1630.

Venus dormida. 1625- 1630

Como exponente del barroco, la luz es otro de los elementos que suscribe sus creaciones. Emplea un sofisticado contraste de luces y sombras para conseguir una escena íntima y realista. Dando protagonismo a la parte del cuadro donde recae la luz, hace que lo que ocurra alrededor mengüe en la sombra.

Artemisia se casó y se trasladó a Florencia, pocos meses después de que se celebrase el juicio por la violación, con Pierantonio Stiattesi. Cuando se separaron, empezó su independencia personal y profesional. Viajó a Venecia, Londres y Nápoles, adaptándose a su trabajo. Entabló relación con personas influyentes como el Conde II de Médici, Galileo Galilei e, incluso, el rey Carlos I de Inglaterra.

Pudo vivir de la venta de sus pinturas, consiguió entrar en la prestigiosa Accademia delle Arti del Disegno de Florencia, tuvo el reconocimiento de sus coetáneos e, incluso, firmaba sus cuadros. Actividades muy ajenas a la vida de una mujer del siglo XVII.

Artemisia Gentileschi creó obras de arte, 34 reconocidas, llenas de belleza dramática y de elementos estilísticos que nutrieron la escuela caravaggista. Pero, también, reinterpretó la presencia femenina en la pintura. Liberadas de la concepción tradicional, otorgó a sus protagonistas naturalidad, heroicidad, y personalidad.