El Museo del Palacio de Bellas Artes de México D.F. (México) acaba de inaugurar la primera muestra del artista manierista que se celebra en la capital en casi quince años. Una exposición espectacular para la que han sido cedidas cuarenta obras españolas -algunas de las cuáles nunca habían salido antes del país- y tres mexicanas, prácticamente la totalidad de la producción de este autor de etérea inspiración.


Principal representante del manierismo español, El Greco desarrolló una obra donde su herencia artística de tradición bizantina y su sentido de la espiritualidad conformaron un estilo que no se parece a ninguna otra cosa vista. El Greco siempre impresiona, por lo etéreo de sus personajes, por su dolor, por su juego pictórico y su estridente colorido y, sobre todo, por el recurso del la diopsia o doble punto de vista. Sus orígenes griegos serán los culpables de la estilización extrema de sus personajes, Venecia de su paleta y Roma de su extraña monumentalidad, pero, será en España, en Toledo, donde lleve a cabo su más característica producción, en la que el aprendizaje previo se mezcle con la austeridad castellana y la religiosidad.

Ahora la ciudad de México es testigo del conjunto de su obra gracias a una exposición para cuyo montaje no se han ahorrado esfuerzos: cuarenta obras, la mayoría de procedencia española, de entre las que destacan sus famosos cuadros de apóstoles.  Una muestra que hace hincapié, además, en la fecha de recuperación de la memoria de este artista que estuvo olvidado unos cuantos siglos, hasta que fue reivindicado por un romanticismo que encontraría en sus piezas un espejo en el que poder reflejarse.


Más información: Museo del Palacio de Bellas Artes